lunes, 2 de abril de 2012

Feliz recuerdo, recuerdo feliz.

Otro día más y más, otro día, con sus 24 horas, con sus noticias y sus oportunidades, su gente nueva, gente vieja, gente falsa y gente de corazón, gente buena, gente mala y gente, en definitiva.


Otro día más para saber cosas, recordar cosas, como el olor de cuando está empezando a llover, de cuando esa humedad que hay en el ambiente te lleva a ciertos años atrás vividos y por un momento, cierras los ojos mientras el agua te cae en la cara, imaginándote allí, junto a ese asiento en tu rincón favorito de tu viejo pueblo, de tus amigos y amigas, de tu gente favorita, de tus héroes, al fin y al cabo.
Recordando ciertas experiencias ya pasadas, con errores cometidos en ese verano tan ideal, tan magnífico que fue para ti, recordando esas tardes de ese verano, esas noches de luna llena, de aullidos silenciosos deseosos de salir por un pequeño vórtice rodeado de dos pequeñas latas de cerveza junto a esa chimenea y unos pequeños frutos secos para picotear mientras observas esas estrellas e intentas imaginar qué poder sería el más guai y qué sería lo mejor para uno mismo, si el amor o la capacidad de conseguir hacer feliz a la gente.


Recordando con olores un Verano, sin duda casi olvidado por problemas adyacentes. Cómo una sola persona, inesperada, pero adecuada en su momento, cambia totalmente tu esquema de la vida, de tu impresión superior de las personas, de los hombres y mujeres, de sus maneras de actuar, cómo comprender y a la vez no entender, cómo mirar a través de unos ojos, incompletos, confiados, tranquilos y hermosos a una persona tal y como es, antes que una bella máscara de piel tenue a la luz de una luna llena en el techo de un lugar casi imposible de alcanzar por unos cuerpos tan pequeños y frágiles.


Sentir los recuerdos de ese olor a Verano, a pueblo viejo y vejez tan fuerte y sabia como puede llegar a ser el olor de las magdalenas de las 10:00 de la mañana de tu madre mientras te levantas a toda prisa esperando que quede alguna antes de que tu padre y tus hermanos se las hubiesen acabado para el desayuno que tenías pensado comer tan pacientemente...


Hoy, creo que por un instante, no he sido yo, como si hubiese estado ausente por un instante mirando al cielo, dejando mojarme la cara y observando mi interior, la paz que he llegado a conseguir y recodar la de veces que me dijo: -"Mantén siempre una sonrisa, dado que nunca sabrás quién podrá enamorarse de ella".
Tantas veces me lo repitió esa frase y nunca llegué a entenderla, cómo alguien podría ser tan feliz viendo a otra gente sonreír, cómo una persona mirando a otra, esbozaba una sonrisa sin lugar a duda, real y admirable, cómo estando a su lado te invadía una felicidad que daban ganas de saltar y bailar, aunque no supiera y diera miles de patadas a mi pareja de baile preferida.


-"¿Sabes?, tampoco creo que sea tan difícil que las personas consigan todo lo que quieran, todo lo que desean, sólo que no saben ni lo que quieren, ni lo que desean. Te hablo de fuerza de voluntad, de luchar por lo que quieres y deseas, estés o no equivocado, conseguir lo que creas que es bueno para ti".


-"Luchar por lo que quieres, sin miedo a la represalia, porque te podrán quitar todo, menos la esperanza y las ganas de luchar por algo mejor."


Nunca paraba, siempre repetía las mismas cosas, siempre feliz, con sus ojos brillantes y totalmente convencida de que el mundo estaba equivocado, pero capaz de poder sanarse sólo escuchando a los ancianos y a las nuevas generaciones, capaz de curarse con algo tan simple como: "más medicina y menos armas", como: "más campos de arroz y de trigo y menos vallas de opresión y represión".


Sin duda, hoy, por unos míseros instantes, me hice más feliz por recordar (la) situación en la que estaba, estoy y estaré, sin duda me hago más feliz a cada día que pasa, cada experiencia vivida, cada palabra escrita, sin cada "muro y obstáculo salvado", porque sin esas pequeñas cosas, necesarias a la vez que improvisadas son las que te hacen ver que la vida no es tan mala como piensas, no está tan mal, si sabes cómo llevarla en el bolsillo derecho del pantalón ancho y roto que usas para recorrer tu vida en un camino inexplorado que no para, hasta el final.


Hoy, durante dos minutos, recordé mi mejor momento en mi vida, mis recuerdos y sensaciones pasadas, casi olvidadas por problemas adyacentes en un momento en el que creo que puedo decir, nadie de mis allegados ha vivido, pero todos están viviendo conmigo. 


Después de esos dos minutos, quieto, descansando mis hombros y antebrazos, volví a abrir los ojos, miré las escaleras y continué subiendo las mismas agarrando las muletas, pero con una sonrisa en la boca, por recordar(la), por oler.....la entrada del Verano.... 

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