domingo, 25 de marzo de 2012

Siente, observa, admira.



Sentarme en un banco, quedarme en silencio mientras me hablan y escuchar, escuchar atentamente cómo me miran, hablan y describen situaciones, cómo dicen esto y lo otro, lo que les gusta, lo que no, la cantidad de cosas que harían con otra cantidad de cosas.

Mirar cómo pasean las parejas por el parque, ver y observar cómo se comportan las personas, cómo se mueven los árboles, cómo se comporta la vida. Ver y admirar lo cuán interesante puede llegar a ser un pavo real moviéndose y levantando su enorme cola en pos de conseguir seducir a una hembra que se ha fijado en él, ver cómo unos niños de apenas cuatro años corretean dando vueltas sin cansancio al rededor de unas palomas que intentan comer las migas de pan que unos ancianos les han tirado hace un rato, ver cómo una situación tan insignificante y cotidiana te llena de comodidad y alegría.

Sentir, tumbado en un cacho de tierra, la brisa en tu rostro, haciendo que los árboles tiren esas hojas ya caducas por el tiempo, sentir los latidos del corazón mientras atardece en una tarde cálida de Verano escuchando esa música que te tranquiliza y amansa mientras bebes un poco de agua.

Imaginar lo que puede sentir un pájaro al volar, un caballo al trotar o una hormiga al trabajar tan duro, imaginar esas sensaciones que a veces me invaden de curiosidad y me dejan estupefacto. Imaginar ser un pez, nadando y luchando contra corriente para conseguir subir ese río tan embravecido, imaginar, imaginar poder tocar las nubes, acariciar por un momento, y literalmente hablando, tocar el cielo con las manos, imaginar respirar un aire puro, limpio y sano.

Volver a sentir las sensaciones al entrenar, al despegarme del suelo, al estar algo más de un segundo en el aire, el momento en que estás a merced de tu total y absoluto control de la mente, cuerpo y gravedad, notar cómo se acelera tu corazón, cómo se coordina todo tu cuerpo para conseguir superar ese obstáculo sobrepuesto en tu mente y en tu imaginación, jugar, jugar a que el suelo es lava y tocar lo más mínimo el suelo.

Volver a ver ciudades plagadas de personas, de mascotas y gente maravillosa, vistas estupendas y lugares maravillosos donde sólo desear perderse durante unas horas para salir con la mente calmada, el alma en paz y el espíritu totalmente renovado de fuerza y vitalidad.

Volver a tener esas mismas ganas de aprender como de enseñar, las mismas ganas de admirar como de disfrutar y alegrarme por lo que los demás consiguen realizar.

Volver a sentir esas sensaciones al realizar esos entrenamientos tan duros y divertidos, tan grandes y en compañía de toda la gente. Volver a casa exhausto por todo el ejercicio físico y al día siguiente sentir el dolor de esas agujetas, volver a sentir la felicidad con la que antes disfrutaba miles de millones de segundos, con la que reflexionaba, pensaba, disfrutaba, imaginaba, descubría, trabajaba, relacionaba, etc, etc.

Todo esto es lo que sentía saliendo un día normal a entrenar, cuando iba al parque de al lado de mi casa, me preparaba para mi entrenamiento de ese día y me ponía el mp3 con mi música y me ponía a hacer algo que me encantaba, que me apasionaba, que amaba.

Todo esto es lo que volveré a sentir una vez pueda volver a andar, dado que nada ni nadie me quitará lo que más feliz me hacía, lo que más me hizo pensar, lo que más me hizo cambiar.

Por todo esto es por lo que cada día me levanto y lucho, por lo que tengo tanta paciencia y no dudo en compartir.

lunes, 19 de marzo de 2012

Los sueños, Sueños son.



Bueno, para la gente que no sepa mucho de mí, hace 3 meses tuve un accidente de tráfico, en el cual, no sufrí grandes daños, sólo una pequeña fractura en una zona complicada de la rodilla, la meseta tibial.


Me han recetado estar en muletas y ya llevo dos meses con escayola y ahora, que aún sigo, desde primeros de este mes de Marzo sin escayola, pero con una rodillera, la cual hace tope y no me deja doblar más la rodilla de 90º.


Me considero una persona activa, que hace ejercicio y le gusta mucho el deporte, sea el que sea mientras no esté parado, me gustará.
Supongo, que después de esta pequeña explicación, entenderéis los que leáis esto, cómo me sentí después.


Ayer me desperté, hacía un buen día. El sol entraba por la ventana y mi madre, como buena ama de casa, siempre antes de ir a trabajar, si hace una bonita y esplendorosa mañana, deja las ventanas entre abiertas para que entre frescura. Se notaba en el ambiente esos primeros aromas de la primavera, se oían cantar a los pájaros y oía cómo los coches pasaban por la carretera.
Una mañana normal, vamos.


Me dispuse a levantarme, y sin ningún problema, lo hice. Me tocaba la rodilla izquierda, recordando tiempo atrás el accidente que había tenido y el tiempo que estuve con unas muletas. Pero rápido me puse en pie y fui al baño a aclararme la cara, darme una pequeña ducha mañanera y desayunar un buen tazón de leche, pan tostado con un poco de mantequilla y dos piezas de fruta.


Tenía todo planeado para el día: salir a pasear, pensar en cosas, comprar alguna bolsa de pipas, alquilarme unas películas....y por la tarde, entrenar.


Todo estupendamente, eran las 14:30 y era hora de comer. Mi madre había hecho albóndigas, mi comida preferida, después de los espaguettis y también un pequeño bizcocho relleno de una crema parecida a la de los pastelitos tan ricos que hace la pastelera de mi pueblo. Una rica comida, me llené la panza y decidí ir a tomar un café al bar de al lado de mi casa y así, hacer algo de tiempo antes de coger el coche e ir al punto de encuentro donde nos reunimos todos mis amigos y yo para entrenar por las tardes.


Eran ya las 17:00, y yo ya había calentado, había hecho mis ejercicios previos para calentar los músculos, para tonificar los mismos y para una tarde tranquila con el sol espléndido y la temperatura idónea para un buen entrenamiento.


Y empecé a correr, tenía previsto hacer un poco de cardio y estar corriendo sobre 20 minutos o 30 minutos, para después descansar un poco y empezara  hacer unas flexiones y unas dominadas en un columpio cercano de donde habíamos quedados mis amigos y yo.


Cuando llevaba unos 15 minutos corriendo, sentí en mi rodilla un dolor intenso, punzante y extremo, un dolor casi insoportabl que no sabía a qué venía, dado que estaba ya recuperado y no debía dolerme, no había hecho ningún esfuerzo y no había pisado de ninguna forma rara, pero el dolor era tan sumamente grande, que no me permitía seguir ni tan siquiera, de pie.


Decidí sentarme y levantarme el pantalón para observar mi rodilla, con la sorpresa de que cuando levanto el pantalón, me encuentro con la rodilla hinchada como una naranja y saliendo un liquidillo transparente como el agua por dos lados de la rodilla. No podía creérmelo, no podía entender cómo me podía estar pasando eso, en mi tercer día de entrenamiento, en esa situación, sin haber hecho ningún esfuerzo, sin haber hecho nada.


De repente, suena mi teléfono móvil y despierto, abro los ojos y veo que es mi madre, llamándome para decirme que me acercara hasta casa de mi abuela, para tomar café. En ese momento, me di cuenta de que era un sueño, de que las muletas seguían a mi lado y de que mi rodilla seguía en esa misma situación, en la misma situación en la que me encontraba, flacucha y sin fuerza.


Me senté a los pies de la cama, me miré las piernas comparando una con otra y después miré al espejo, aceptando que eso era real, que estaba todavía ahí y que el tiempo no iba a pasar más rápido por mucho que yo lo deseara, como tampoco irá más lento por mucho que se lo suplique.


Pensé, en los pies de la cama, mirándome al espejo, que no todo es bueno en esta vida, pero tampoco todo es malo y que si tienes algo malo es para que aprendas algo de ello, para que aceptes las cosas como son y sepas actuar con lo que dispones. Me di cuenta de que no todo es del color de lo que lo pintan, pero sí es del estado de ánimo del que le quieras dar y que si te dispones a cumplir tus metas, si te propones alcanzar lo inalcanzable por otros, nadie te podrá detener, nadie conseguirá compararse a nada de lo que consigas.


Para ello, se necesita paciencia, comprensión, observación y saber actuar de forma adecuada en situaciones...."inadecuadas" por decirlo así. 


Así que, en esos cinco minutos que me mantuve pensativo, mirando el calendario y observando los días que me quedaban hasta el día clave, hasta el día que me citaron, aceptando la situación en la que seguía y sobre todo, pensando en la cantidad de cosas que me rondaban la cabeza, cogí fuerzas, cogí todo ese ánimo que me caracteriza y decidí levantarme, coger las muletas y seguir adelante, preparado para otro día de lucha con las escaleras, de lucha con la distancia que me separa de mis seres queridos y preparado para asumir cualquier imprevisto que venga e adelante.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Paciencia, queda poco.




La paciencia no es pasividad ante el sufrimiento, no reaccionar o un simple aguantarse. Es fortaleza para aceptar con serenidad el dolor y las pruebas que la vida pone a nuestra disposición para el continuo progreso interno.

A veces, las prisas nos impiden disfrutar del presente. Disfrutar de cada instante sólo es posible con unas dosis de paciencia, virtud que podemos desarrollar y que nos permitirá vivir sin prisas. La paciencia nos permite ver con claridad el origen de los problemas y la mejor manera de solucionarlos.

La paciencia es la virtud por la que soportamos con ánimo sereno los males y los avatares de la vida, no sea que por perder la serenidad del alma abandonemos bienes que nos han de llevar a conseguir otros mayores.

La paciencia es una virtud bien distinta de la mera pasividad ante el sufrimiento; no es un no reaccionar, ni un simple aguantarse, es parte de la virtud de la fortaleza, y lleva a aceptar con serenidad el dolor y las pruebas de la vida, grandes o pequeñas. Identificamos entonces nuestra voluntad con la de esa “chispa” divina de la que procedemos, y eso nos permite mantener la fidelidad en medio de las persecuciones y pruebas, y es el fundamento de la grandeza de ánimo y de la alegría de quien está seguro de hacer lo que le dicta su propia conciencia y corazón.

Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas sucedan, ya que piensan que a las cosas que no dependen estrictamente de uno, hay que darles tiempo.

La persona paciente tiende a desarrollar una sensibilidad que le va a permitir identificar los problemas, contrariedades, alegrías, triunfos y fracasos del día a día y, por medio de ella, afrontar la vida de una manera optimista, tranquila y siempre en busca de armonía y felicidad.

Es necesario tener paciencia con todo el mundo, pero, en primer lugar, con uno mismo.
Paciencia también con quienes nos relacionamos más a menudo, sobre todo si, por cualquier motivo, hemos de ayudarles en su formación, en su evolución, en su estado de ánimo, sea bueno o malo o en su enfermedad. Hay que contar con los defectos de las personas que tratamos, muchas veces están luchando por superarlos, quizá con su mal genio, con faltas de educación, suspicacias... que, sobre todo cuando se repiten con frecuencia, podrían hacernos faltar a la caridad, romper la convivencia o hacer ineficaz nuestro interés en ayudarlos.

El discernimiento, la capacidad de distinguir, de aceptar y afrontar las cosas y la reflexión nos ayudará a ser pacientes, sin dejar de corregir cuando sea el momento más indicado y oportuno. Esperar un tiempo, sonreír, dar una buena contestación y una buena cara sin que nos moleste ante una impertinencia puede hacer que nuestras palabras lleguen al corazón de esas personas.

Paciencia con aquellos acontecimientos que llegan y que nos son contrarios: la enfermedad, la pobreza, el excesivo calor o frío... los diversos infortunios que se presentan en un día corriente: el teléfono que no funciona o no deja de comunicar, el excesivo trafico que nos hace llegar tarde a una cita importante, el olvido del material del trabajo, una visita que se presenta en el momento más inoportuno. Son las adversidades, quizá no muy trascendentales, que nos llevarían a reaccionar quizá con falta de paz. 

En esos pequeños sucesos, se ha de poner la paciencia.

No adelantarse a ningún acontecimiento, sea bueno o malo, saber valorar, mirar y pensar, saber cuándo y cómo actuar, moverse rápido y pensar igual de rápido, esperar el tiempo suficiente y no rendirse nunca.

Paciencia no es quedarse parado esperando a que te vengan a ver, estar quieto como una estatua esperando a que te digan algo para reaccionar o moverse para todos lados sin saber qué hacer.
Paciencia es tener en mente todo lo que quiere y deseas, luchar por ello y no anticiparse a nada, reflexionar sobre lo que haces y sentir que lo estás haciendo correctamente.

sábado, 10 de marzo de 2012

No soy el Pilar de ninguna obra maestra.


Llevo alguna temporada algo apartado de mi vida social, algo apartado de lo que me gusta y me atrapa, lo que me sigue enamorando y a cada día que pasa, sigo pensando más y buscando más soluciones para seguir con ello, para que no se derrumbe por lo que tanto he luchado.

Ayer dio la casualidad de que salí a ver a mi gente, a mi familia, a mis amigos y conversé con ellos.
He llegado a una conclusión que no me ha gustado, me he enterado de ciertas cosas que no me gustan, como también mi gente, mi familia, mis amigos, se han enterado de otras cosas que a ellos no les gusta.

Serán los tiempo, aunque me niego a creer que en tres o cuatro años la gente sea capaz de cambiar tanto, como las generaciones, como la mentalidad de las personas. Ha sido demasiada información de repente y a lo que no estaba preparado asumida en cuestión de segundos, y creo que por una parte me ha afectado, pero por otra, me ha hecho más fuerte. 
Más fuerte porque ahora tengo otra razón más para luchar por lo que quiero, para seguir haciendo lo que hago, para saber que no soy tan mala persona como creía y para demostrar que no sólo depende de una sola persona que esto siga en pie.

No estoy dispuesto a admitir las consecuencias que están sucediendo, como tampoco estoy dispuesto a admitir todo de lo que me estoy enterando por terceras y por lo que estoy viendo en los actos de las personas.
No voy a seguir callado, por eso, seguiré en mi camino, en mi camino hacia la recuperación no sólo de mi cuerpo, sino, de lo que se está derrumbando, de lo que está cayendo. Seguiré luchando por todas las personas que hacen de esto un deporte de AMISTAD, COMPAÑERISMO, HERMANDAD y CONFIANZA.

Arquímedes dijo:
-"Dame un punto de apoyo, y moveré el mundo"

Lo mismo digo yo, a lo mismo estoy dispuesto yo, con la misma fuerza, la misma confianza, el mismo ahínco y la misma decisión que me caracteriza. Estoy dispuesto a luchar por todo lo que me rodea, por todos los que me rodean, pero no permitiré que me consideren una persona importante, que sea una pieza indispensable de un tablero de ajedrez que tal vez no dure demasiado. No seré el pilar de ninguna obra maestra.

Por eso, tengo ahora mismo aún más fuerza que antes, más ímpetu y decisión, más valor y más valor, más seguridad en mí mismo. Por eso, no dejaré que todo lo que está pasando haga que se caiga en una oscuridad de la cuál será muy difícil salir.

Hay que saber observar, como también actuar y decidir, decidir lo bueno y lo malo, saber asumir las consecuencias de cada acto como también comprender los actos de los demás, sí, hay que saber hacer y comprender todo eso, pero también debes confiar, confiar en que si ocurre algo, en que si tú faltas, nada se decaerá, nada se desvanecerá. Por la misma razón, yo lucharé y recuperaré, pero no seré la reina de ninguna colmena.

Cada día, estoy más convencido de que, todo lo malo tiene algo bueno, y está en tu mano saber cómo utilizarlo.


Como dice una persona muy importante para mí...

-"STAY STRONG"

lunes, 5 de marzo de 2012

Razona, no te conformes con poco. Lucha.


La razón me dice que siga aguantando, que sea fuerte, que consiga seguir adelante, que me quedan cosas por ver todavía, que no desista en conseguir lo que busco, que no decaiga de donde estoy y que continúe con mis planes.

La razón me anima a seguir adelante, a continuar alentado e infundir decisión y valentía en mí mismo. La razón me dice que continúe, que prosiga con todo lo establecido, que no me deje guiar por lo obvio, por las primeras impresiones, por los primeros pensamientos de mi mente.

Sólo es valorar, comprender e intentar entender lo que tienes, por qué lo tienes y lo que conseguirás tener continuando con buenas razones. No desanimarte por estar todo cuesta arriba, no disuadirte porque no entiendas ciertas cosas y no tener miedo por dolores nunca antes sufridos. Sigue mirando con tu corazón como siempre, lleno de alegría y color, lleno de esperanza y orgullo, con ánimo y, aunque con miedo, control sobre ti mismo y control sobre tus actos, continúa siempre hacia delante, sin derrumbarse, sin nada que te parta la mente en dos.

Tengo miedo, sí, lo admito, pero no sería humano si no sintiera ese sentimiento, dado que de él, si mantenemos la mente clara y los nervios de acero, podemos aprender mucho, conseguir ciertas cosas y llegar a ser más fuertes de mente, corazón y razón. Es natural sentir miedo, pero también es difícil saber actuar cuando lo tienes, cuando lo sientes. 
Intento mantenerme sereno, tranquilo y no pensar en ciertas cosas que rondan mi mente, ciertos disparates que al dejarlos más de unos segundo divagar en mi cabeza, llegan a ser algo más que disparates razonables y locuras algo más que ciertas.

No son días claros para mí, tampoco son días buenos, pero no digo tampoco que sean días malos, ni días oscuros, aunque sí están cerca, no permitiré que mi ventana permanezca cerrada, que mi cabeza quede en un cuarto mientras mi corazón rebosante de fuerza, lucha por salir a defender su amor, su deseo, sus emociones.

Está claro que estoy cambiando, que ya no soy el chico que una vez empezó a escribir por probar algo nuevo, algo inédito, algo interesante. Ya no soy el chico de mente abierta que era capaz de observar un sentimiento, estado o penuria en los ojos de alguien, ya no soy el que con dos palabras hacía tocar de felicidad el techo del cielo de una persona.

Cambio sin querer y sin querer, quiero volver a ser el de una época en que los problemas que tenía, sólo eran muy duros para mí, porque yo los veía así.

La razón, la razón me sigue diciendo, ahora y siempre, que no deje de luchar, de vivir, de observar, de aprender y de reír, que no deje nada ni nadie de lado, que no vea más allá de mí y que no sólo me fije en mi persona. Lucha, por todo lo que quieres y por todo lo que necesites, sin ser egoísta, pero sin conformarte con poco.

Ríe, la felicidad está muy sobre valorada en estos tiempos, y es un bien difícil de conseguir, de mantener y fácil de perder, como fácil es también echarlo de menos.

jueves, 1 de marzo de 2012

Amor, síntoma de Felicidad


Últimamente sólo veo que felicidad a mi al rededor. Felicidad causada por otras personas, por otras causas ajenas a ellos mismos, por amor.


¿Será que la primavera, como bien dicen, la sangre altera?
Con los días soleados, con la luz del sol y el calor que irradia, ¿será más normal ver a infinidad de parejas agarradas de la mano con esa incansable sonrisa?
O quizá sea yo, que sólo busco felicidad, y la veo en cualquier parte, mostrando su mejor parte. 


Me alegra ver a mis amigos y conocidos, a mi gente cercana tan feliz y tan enamorada. Eso hace que me alegre cada vez que lo veo y que tenga más paciencia.


Miro a mi alrededor y no puedo evitar esbozar una pequeña sonrisa al ver a gente cercana mostrar su cariño hacia otras personas, verlas como nunca antes las he visto y sentir, no como ellos, pero sí en parte, su felicidad.
Es algo que me alegra tanto sentir y ver, es algo que hace que siga pensando en los demás, porque esas cosas llenan el alma, si no eres tan codicioso.


Después observo a otras personas, sufriendo por ese amor que tanto necesitan y aman, por esa persona que les está haciendo daño inconscientemente y sin querer por no saber que una persona cercana quiere ser algo más que eso.
Pero a esas personas, a esas afortunadas personas les digo:


-No os rindáis si pensáis que no hay solución, no sufráis en vano, porque todo lo malo tiene algo bueno y siempre será mejor ver el lado  bonito de las cosas. Siempre sacaréis más beneficio en ver esas realidades que en llorar más de lo necesario por esa persona. Y no dudéis, no dudéis en demostrar lo que sentís por alguien, porque nunca se sabe qué podrá ocurrir.


Yo, sin embargo, seguiré esperando, esperando a conocer esa persona, o a que me conozca y espero que cuando llegue, sepa verla y cuidarla como a mi vida. Esperaré mi turno con una cara amable y sonriente, porque después de todo, sin amor no se podría vivir en este mundo.

"Sonríe, nunca sabrás quién se podrá enamorar."