lunes, 19 de marzo de 2012

Los sueños, Sueños son.



Bueno, para la gente que no sepa mucho de mí, hace 3 meses tuve un accidente de tráfico, en el cual, no sufrí grandes daños, sólo una pequeña fractura en una zona complicada de la rodilla, la meseta tibial.


Me han recetado estar en muletas y ya llevo dos meses con escayola y ahora, que aún sigo, desde primeros de este mes de Marzo sin escayola, pero con una rodillera, la cual hace tope y no me deja doblar más la rodilla de 90º.


Me considero una persona activa, que hace ejercicio y le gusta mucho el deporte, sea el que sea mientras no esté parado, me gustará.
Supongo, que después de esta pequeña explicación, entenderéis los que leáis esto, cómo me sentí después.


Ayer me desperté, hacía un buen día. El sol entraba por la ventana y mi madre, como buena ama de casa, siempre antes de ir a trabajar, si hace una bonita y esplendorosa mañana, deja las ventanas entre abiertas para que entre frescura. Se notaba en el ambiente esos primeros aromas de la primavera, se oían cantar a los pájaros y oía cómo los coches pasaban por la carretera.
Una mañana normal, vamos.


Me dispuse a levantarme, y sin ningún problema, lo hice. Me tocaba la rodilla izquierda, recordando tiempo atrás el accidente que había tenido y el tiempo que estuve con unas muletas. Pero rápido me puse en pie y fui al baño a aclararme la cara, darme una pequeña ducha mañanera y desayunar un buen tazón de leche, pan tostado con un poco de mantequilla y dos piezas de fruta.


Tenía todo planeado para el día: salir a pasear, pensar en cosas, comprar alguna bolsa de pipas, alquilarme unas películas....y por la tarde, entrenar.


Todo estupendamente, eran las 14:30 y era hora de comer. Mi madre había hecho albóndigas, mi comida preferida, después de los espaguettis y también un pequeño bizcocho relleno de una crema parecida a la de los pastelitos tan ricos que hace la pastelera de mi pueblo. Una rica comida, me llené la panza y decidí ir a tomar un café al bar de al lado de mi casa y así, hacer algo de tiempo antes de coger el coche e ir al punto de encuentro donde nos reunimos todos mis amigos y yo para entrenar por las tardes.


Eran ya las 17:00, y yo ya había calentado, había hecho mis ejercicios previos para calentar los músculos, para tonificar los mismos y para una tarde tranquila con el sol espléndido y la temperatura idónea para un buen entrenamiento.


Y empecé a correr, tenía previsto hacer un poco de cardio y estar corriendo sobre 20 minutos o 30 minutos, para después descansar un poco y empezara  hacer unas flexiones y unas dominadas en un columpio cercano de donde habíamos quedados mis amigos y yo.


Cuando llevaba unos 15 minutos corriendo, sentí en mi rodilla un dolor intenso, punzante y extremo, un dolor casi insoportabl que no sabía a qué venía, dado que estaba ya recuperado y no debía dolerme, no había hecho ningún esfuerzo y no había pisado de ninguna forma rara, pero el dolor era tan sumamente grande, que no me permitía seguir ni tan siquiera, de pie.


Decidí sentarme y levantarme el pantalón para observar mi rodilla, con la sorpresa de que cuando levanto el pantalón, me encuentro con la rodilla hinchada como una naranja y saliendo un liquidillo transparente como el agua por dos lados de la rodilla. No podía creérmelo, no podía entender cómo me podía estar pasando eso, en mi tercer día de entrenamiento, en esa situación, sin haber hecho ningún esfuerzo, sin haber hecho nada.


De repente, suena mi teléfono móvil y despierto, abro los ojos y veo que es mi madre, llamándome para decirme que me acercara hasta casa de mi abuela, para tomar café. En ese momento, me di cuenta de que era un sueño, de que las muletas seguían a mi lado y de que mi rodilla seguía en esa misma situación, en la misma situación en la que me encontraba, flacucha y sin fuerza.


Me senté a los pies de la cama, me miré las piernas comparando una con otra y después miré al espejo, aceptando que eso era real, que estaba todavía ahí y que el tiempo no iba a pasar más rápido por mucho que yo lo deseara, como tampoco irá más lento por mucho que se lo suplique.


Pensé, en los pies de la cama, mirándome al espejo, que no todo es bueno en esta vida, pero tampoco todo es malo y que si tienes algo malo es para que aprendas algo de ello, para que aceptes las cosas como son y sepas actuar con lo que dispones. Me di cuenta de que no todo es del color de lo que lo pintan, pero sí es del estado de ánimo del que le quieras dar y que si te dispones a cumplir tus metas, si te propones alcanzar lo inalcanzable por otros, nadie te podrá detener, nadie conseguirá compararse a nada de lo que consigas.


Para ello, se necesita paciencia, comprensión, observación y saber actuar de forma adecuada en situaciones...."inadecuadas" por decirlo así. 


Así que, en esos cinco minutos que me mantuve pensativo, mirando el calendario y observando los días que me quedaban hasta el día clave, hasta el día que me citaron, aceptando la situación en la que seguía y sobre todo, pensando en la cantidad de cosas que me rondaban la cabeza, cogí fuerzas, cogí todo ese ánimo que me caracteriza y decidí levantarme, coger las muletas y seguir adelante, preparado para otro día de lucha con las escaleras, de lucha con la distancia que me separa de mis seres queridos y preparado para asumir cualquier imprevisto que venga e adelante.

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